La cicuta, oficialmente conocida como Conium maculatum, es una planta altamente tóxica originaria de Europa y Norte de África, aunque también se puede encontrar en América y Asia. Esta planta, conocida por su reputación histórica de ser un veneno mortal, es un miembro de la familia de las Apiáceas, a la que también pertenecen plantas como el perejil, la zanahoria y el apio.
La cicuta es reconocida por su altura, pues puede crecer hasta superar los 3 metros.
Su tallo es erecto, hueco y presenta manchas rojizas.
Durante el verano, produce pequeñas flores blancas agrupadas en umbelas, que son una especie de inflorescencia en forma de paraguas.
Sus hojas son verdes, anchas y divididas en segmentos estrechos, similares a los del perejil.
Todas las partes de la planta contienen un alcaloide denominado coniína, que es responsable de la toxicidad de la planta. La coniína afecta el sistema nervioso, inhibiendo el funcionamiento de los nervios que controlan los músculos. Uno de los problemas al identificar la cicuta es su semejanza con otras plantas no tóxicas como la zanahoria silvestre. Por lo tanto, es importante estar seguro de la identificación antes de consumir cualquier planta silvestre. Mientras que la mayoría de las plantas de la familia Apiáceas tienen un olor agradable cuando se aplastan, la cicuta tiene un olor muy ofensivo. La intoxicación por cicuta puede resultar en síntomas graves que incluyen dolor abdominal, latidos cardíacos acelerados, temblores y convulsiones. En casos severos, la intoxicación puede llevar a un paro respiratorio y eventualmente a la muerte. Además, no existe un antídoto específico para la intoxicación por cicuta, por lo que el tratamiento se centra en aliviar los síntomas y mantener las funciones de los órganos vitales. La cicuta es famosa en la historia por su uso en la antigua Grecia como método de ejecución en casos de condena a muerte. Hoy en día, el cultivo de la cicuta está generalmente prohibido debido a su gran peligro para la salud pública. Sin embargo, puede crecer de manera silvestre en gran parte del mundo, en particular en áreas húmedas y áreas de pastoreo. Es una amenaza particular para el ganado, ya que es una de las pocas plantas tóxicas que los animales pueden comer sin detectar el veneno hasta que es demasiado tarde. En conclusión, la cicuta es una planta potencialmente letal que representa un peligro tanto para los humanos como para los animales. Su presencia en entornos silvestres subraya la importancia de una identificación cuidadosa y precisa de las plantas antes de su consumo. Además, su historia en la medicina y en la cultura griega le da a esta planta un lugar único e interesante en los anales de la historia natural y humana. Aunque es prominente en la mitología y la historia, hoy en día, su presencia se encuentra rodeada de advertencias y precauciones en lugar de admiración o utilización.