Es un proceso que involucra todos los sentidos y que, con la práctica, nos permitirá apreciar y disfrutar aún más de esta bebida.
Lo primero que debemos entender es que catar un vino no significa simplemente beberlo, sino analizarlo y apreciar sus diferentes características.
Aquí debemos observar el vino en la copa bajo una fuente de luz de preferencia natural. El color nos dará la primera pista sobre la variedad de uva, y si ha sido criado en barrica de roble. Con el movimiento de la copa y observando las piernas o lágrimas del vino, podremos deducir su densidad y contenido alcohólico. Y es que por mucha experiencia que tengamos, identificar todos los aromas que puede presentar un vino es prácticamente imposible. Para liberarlos, haz girar el vino en la copa y entonces introduce la nariz en ella. Con la práctica, es posible distinguir diferentes tipos de aromas: frutales, florales, especiados, terrosos, entre otros. La etapa gustativa es la última y en ella es donde probamos el vino propiamente dicho, aunque no toda la cata ocurre en la boca. El vino deberá llegar a todas las partes de la boca para poder reconocer las diferentes percepciones gustativas (amargo, ácido, salado, dulce). También podrás apreciar otros conceptos como el cuerpo, los taninos, la persistencia y la armonía del vino. Cada persona puede percibir sensaciones diferentes ante un mismo vino, por lo que es válido resaltar que la cata es una actividad subjetiva. Sin embargo, practicar regularmente nos permitirá desarrollar nuestra capacidad de percepción y apreciación, haciéndonos mejores catadores. Además del sabor y aroma, también es importante considerar otros aspectos al catar un vino, como la temperatura. Los vinos tintos se deben servir a una temperatura ligeramente por debajo de la temperatura ambiente, mientras que los vinos blancos y rosados se deben servir fríos. Si un vino está demasiado caliente o demasiado frío, sus aromas y sabores pueden verse afectados. Además, debe tener un tallo largo para evitar que el calor de la mano altere la temperatura del vino. En la cuestión de maridaje de vinos, es decir, la combinación de comidas y vinos, existe una regla general bastante confiable: los vinos ligeros combinan bien con platos ligeros, y los vinos de cuerpo combinan bien con platos más pesados.
Y finalmente, aunque es una linda tradición, no es necesario remontarse a la antigua Roma para apreciar un buen vino. Pero sí es cierto que un poco de conocimiento puede ayudarte a entender mejor por qué te gusta un vino en particular y cómo encontrar otros que podrían gustarte tanto o más.
Como dice la famosa cita, `la mejor botella de vino no es necesariamente la más cara, sino la que se comparte`. Por lo tanto, no dudes en compartir una botella de vino con amigos y practicar tus habilidades de cata.
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