La rapidez es un habilidad atlética que muchos buscan mejorar para el beneficio de la competición y el rendimiento deportivo. Esta habilidad se puede mejorar con entrenamiento específico que incluya tanto componentes básicos como componentes avanzados. De hecho, correr más rápido en el mayor de los casos no se logra de una sola vez, sino que es un proceso lento y progresivo que requiere tiempo, perseverancia e implementación de estrategias específicas y precisas.
El primer paso para correr más rápido es adquirir un conocimiento básico sobre la técnica de carrera. Un pilar fundamental de la carrera es la posición correcta de la cadera y el cómo mantener posiciones correctas durante el movimiento. Esto significa mantener la cadera lo más cerca posible del suelo, levantar los pies del suelo con un movimiento agradable y con las rodillas ligeramente flexionadas. Además, la posición de los hombros es importante para obtener una mejor postura para alcanzar velocidades más altas. Una vez que se relaciona el conocimiento básico es importante tener en cuenta que la velocidad proviene de una buena técnica de carrera, la cual debe ser trabajada con la frecuencia adecuada.
Por ejemplo, haciendo intervalos de menor a mayor distancia como por ejemplo de 100 metros a 600 metros, a un ritmo leve o ligero-medio durante dos a tres veces por semana.
Esta técnica se enfoca en cambiar direcciones con rapidez y agilidad, con un énfasis en el cambio de direcciones en posición vertical, pasos rápidos y no muy profundos y la agilidad.
Aunque la condición cardiovascular y la técnica de carrera son los elementos principales para mejorar la velocidad, entrenamiento de potencia a través del ejercicio de levantamiento de pesas es también muy importante para aumentar el rendimiento y mejorar la velocidad.
Así, el entrenamiento basado en fuerza debe enfocarse en proteína de levantamiento de pesas y entrenamiento de sprints o saltos de caída (el cual es muy efectivo porque ayuda a mejorar la resistencia de los músculos involucrados en el sistema musculo-esquelético).
Finalmente, el último componente del entrenamiento de velocidad se refiere a la harina de adquisición de la velocidad. Aquí, el objetivo es aprender a mantener la máxima velocidad posible por la mayor cantidad de tiempo posible. Esto se logra con entrenamientos de sprints desde 80 metros hasta 400 metros en distancias específicas, diez segundos de sprint seguido de 20-30 segundos de descanso y 10 repeticiones para cada entrenamiento específico.
En conclusión, muchos elementos trabajan juntos para mejorar la técnica, el rendimiento y la resistencia necesarios para correr más rápido. Para alcanzar éstos, es esencial que el entrenamiento debe abarcar todos los aspectos anteriores relacionados con la técnica adecuada, fortalecimiento muscular y adquisición de velocidad. La práctica regular de entrenamiento específico debe reflejarse en un mejoramiento de rendimiento y progreso y permitirá que el corredor mejore su rapidez y aumente sus habilidades atléticas.
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