Hacer salsa de queso puede parecer una tarea complicada, pero en realidad es un proceso sorprendentemente simple que puede llevar tus platos al siguiente nivel. Ya sea que lo estés sirviendo con nachos, macarrones, verduras al vapor o tu platillo favorito, una salsa de queso casera siempre será un deleite. Para empezar, los ingredientes que necesitarás son: dos tazas de queso rallado, una taza de leche, dos cucharadas de mantequilla, dos cucharadas de harina, sal y pimienta al gusto. Esta es una receta básica, pero siempre puedes agregar condimentos extra para llevar tu salsa al siguiente nivel, como ajo en polvo, cebolla en polvo, chiles jalapeños picados, o incluso un toque de whisky para una salsa de queso con un gusto más adulto.

El primer paso es rallar el queso.

Puedes usar cualquier tipo de queso que te guste, desde un cheddar fuerte hasta un gruyere más suave, o una mezcla de tus quesos favoritos.

Es importante que el queso esté bien rallado para que se derrita más fácilmente.

Luego derrite la mantequilla en un cazo a fuego medio.

Una vez que la mantequilla esté derretida, añade la harina y mezcla bien durante aproximadamente un minuto. Esto creará un roux, una mezcla de grasa y harina utilizada como base para muchas salsas. La harina ayuda a espesar la salsa, pero necesitas cocinarla con la mantequilla para deshacerte de cualquier sabor a harina cruda. Lo siguiente es añadir la leche a la olla poco a poco, revolviendo constantemente para incorporar el roux de mantequilla y harina. Asegúrate de que el fuego no esté demasiado alto; un calor excesivo puede hacer que el queso se separe, dando a la salsa una textura granulada. Agrega sal y pimienta al gusto, pero ten cuidado con la sal; muchos quesos son naturalmente salados, así que es posible que no necesites mucha. También puedes agregar otros condimentos en este punto; el ajo y la cebolla en polvo le dan un sabor extra, o puedes probar con chiles jalapeños o pimentón ahumado para darle un toque picante.

Sin embargo, también se puede almacenar en la nevera durante unos días y volver a calentarla cuando sea necesario. Y una vez que sepas cómo hacerla, puedes empezar a experimentar con tus propias versiones, añadiendo diferentes quesos y condimentos para crear la salsa de queso perfecta para tu paladar. Así que la próxima vez que tengas hambre de algo cremoso, cursi y absolutamente delicioso, por qué no intentar hacer tu propia salsa de queso. Te sorprenderá lo fácil que es, y nada puede vencer al sabor de la salsa de queso casera.