Hay una frase que muchos de nosotros hemos escuchado a lo largo de nuestras vidas: “sentirse como un pez fuera del agua”. En términos generales, representa la sensación de incertidumbre, incomodidad, desubicación e inseguridad que se experimenta al encontrarse en un ambiente o situación desconocida, desafío al que todos nos enfrentamos en distintos momentos de nuestras vidas.
Entrar en un territorio desconocido puede ser aterrador.
Nos sometemos a una gran cantidad de presión interna y externa, y nos encontramos luchando para encontrar nuestro lugar en un espacio que nos resulta totalmente ajeno. Este sentimiento de incertidumbre, el de sentirse como un pez fuera del agua, es intrínsecamente humano y universal.
El pez, en su elemento natural que es el agua, se siente seguro, cómodo, vivaz.
Es en este entorno donde lleva una vida tranquila y productiva.
Todo es familiar: los sonidos, la presión del agua, la temperatura, la forma en que la luz penetra la superficie del agua. Pero fuera del agua, fuera de su zona de confort, el pez se encuentra con un entorno que parece ir contra su propia naturaleza. Este sentimiento de ser un pez fuera del agua se puede experimentar en una multitud de circunstancias. Puede ser el primer día en un nuevo trabajo, empezar en una nueva escuela, un cambio radical en la vida como un divorcio o la pérdida de un ser querido, e incluso experimentar una nueva cultura en un país extranjero.
A veces, esta sensación puede incluso llevar a la parálisis por el análisis, lo que significa que estamos tan ocupados pensando en lo que podría salir mal que nos congelamos y no hacemos nada.
Pero debemos recordar que es completamente normal sentirse de esta manera cuando nos encontramos fuera de nuestra zona de confort. Entonces, ¿cómo lidiar con este estado de sentirse como un pez fuera del agua?En primer lugar, deberíamos reconocer y aceptar nuestras emociones. Ser consciente de nuestras emociones en lugar de rehuirles nos permite trabajar a través de ellas. En segundo lugar, comprende que de estas situaciones incómodas y desafiantes se puede aprender y crecer mucho. Este tipo de situaciones a menudo nos obligan a desarrollar nuevas habilidades y a ampliar nuestras perspectivas. Además, recuerda que nadie es perfecto y que todos han experimentado en algún momento esa sensación de desubicación. En lugar de concentrarte en lo que no sabes, fíjate en lo que sí sabes y en cómo puedes aplicarlo a la nueva situación. Pero es precisamente en estos momentos incómodos y desafiantes cuando tenemos la mayor capacidad para crecer y aprender. Así que, la próxima vez que te sientas como un pez fuera del agua, recuerda: la incomodidad es temporal, pero las lecciones aprendidas y los logros obtenidos son permanentes. Al igual que el pez que es devuelto al agua y nada con renovado vigor después de un breve momento fuera de su entorno nativo, también nosotros podemos prosperar después de nuestros momentos de incomodidad.
Aunque las olas de la vida nos saquen de nuestro ambiente familiar, tenemos la capacidad de adaptarnos, aprender y finalmente volver a nadar con confianza y fortaleza.