Las contracciones son una parte natural del proceso de embarazo.
Son una forma de que el cuerpo de la madre se prepare para el parto.
Muchas mujeres experimentan contracciones en las últimas semanas antes del parto.
Estas contracciones se sienten como calambres abdominales o de flujo sanguíneo, y con frecuencia se presentan en ciclos regulares. Algunas mujeres experimentan contracciones todo el embarazo, mientras que otras sólo durante la última etapa del embarazo. Estas contracciones pueden ayudar a preparar el cuello uterino para el parto y a estimular el descenso del bebé. La mejor forma de saber si una mujer está experimentando verdaderas contracciones de trabajo es realizar un examen pélvico. Esto ayuda al profesional médico para determinar si los cambios en el cuello uterino han comenzado. Es importante monitorear de cerca las contracciones para asegurarse de que el cuello uterino se está dilatando lo suficiente. Estas contracciones son las que empujan al bebé hacia afuera de las profundidades de la madre. Estas técnicas pueden incluir la respiración profunda, relajar los músculos o el uso de una pelota para apretar la espalda. El autocontrol es importante, ya que ayuda a la madre a manejar el dolor y la ansiedad durante el trabajo. Esto también ayuda a preparar el cuerpo de la madre para un parto más suave y seguro. Es importante tener en cuenta que las contracciones no siempre significan que el parto esté cerca. Algunas mujeres experimentan contracciones de vez en cuando durante la última etapa del embarazo sin que signifiquen el inicio del parto. Antes de asumir que se está trabajando, suelen ser necesarias diversas pruebas para comprobar que los cambios en el cuello uterino ya han comenzado. Estas se pueden experimentar en diversos niveles de intensidad desde las primeras semanas hasta el trabajo de parto. Es importante monitorear las contracciones con un profesional médico para asegurarse de que el parto se está desarrollando de forma rutinaria. Si es necesario, es importante usar técnicas de relajación para poder manejar la intensidad del dolor.