Aniridia es una condición única en la que el iris, la zona coloreada de alrededor de la pupila del ojo, carece completamente de pigmentación.
A veces, los pacientes también tienen una ausencia congénita de la pupila.
Aniridia ocurre una o ambas de las vías genéticas, autosómicas recesivas o ligada al cromosoma X.
La afección puede ser aislada o como parte de los síndromes más grandes.
Aniridia afecta el crecimiento normal del ojo, incluida la vista y el tamaño del ojo.
La visión de la pupila no afectada, también se ve afectada por menos reflejos de luz. Los niños pueden presentar ceguera completa, cataratas congenitas, defectos en el cristalino, anillos, pTERIGIOS, glaucoma o coriorretinopatía serosa central. A medida que los niños entran en la adolescencia y preadolescencia, los síntomas se habrán vuelto más graves. Los adultos afectados también pueden tener disminución de la visión, cataratas, glaucoma crónico, retinopatía proliferativa, atropía ocular y cicatrización en el ojo. Los tratamientos para aniridia se clasifican en dos categorías principales: tratamientos cosméticos y terapias para aliviar síntomas. El tratamiento cosmético incluye una variedad de lágrimas artificiales que ayudan a lubricar los ojos, agentes vitamínicos para ayudar a mejorar la función visual y lentes de contacto para ayudar a los pacientes a enfrentar el problema de la desigualdad entre los ojos afectados.
Estos tratamientos incluyen cirugías de cataratas, intensificación de la lentes de ojo, cirugías de párpados superiores e inferiores, tratamientos laser para corregir los defectos refractivos y enfoques terapéuticos para los pterigios.
Además, los pacientes con aniridia a menudo reciben tratamiento para aliviar otros problemas asociados, como ceguera parcial, problemas psicosociales y desarrollo emocional, discapacidades visuales, y rehabilitación visual. Se recomienda un seguimiento con un oftalmólogo antes y después de las intervenciones médicas para asegurarse de que se hayan alcanzado los mejores resultados. Es importante que los pacientes sean examinados regularmente por sus oftalmólogos para detectar cualquier cambio en la visión e iniciar un tratamiento temprano. Asimismo, los pacientes deben buscar ayuda médica inmediata si experimentan problemas visuales subitos o repentinos, para evitar cualquier daño visual permanente.