La anosmia es una afección neurológica rara que afecta la capacidad para reconocer y percibir olores. Aunque a veces se usa el término para referirse a la incapacidad para distinguir entre los sabores, la anosmia sólo afecta a la parte olfativa de la percepción sensorial. Las estimaciones de la prevalencia de la anosmia varían de entre uno y aproximadamente el 10 por ciento de la población. Conocer y reconocer los olores es una parte importante de la experiencia humana, que ayuda a prevenir la ingestión de alimentos en mal estado, así como a disfrutar de los placeres de los olores diferentes.
Aunque no es potencialmente mortal, la anosmia puede tener implicaciones importantes para la calidad de vida, ya que afecta el olfato, que tiene muchas conexiones emocionales e incluso puede conducir a la depresión.
La anosmia es un déficit en la capacidad para reconocer los olores a partir de su reconocimiento inmediato. Esto significa que aunque pueden distinguirse los olores en general, es difícil para el paciente recordar lo que saben. Los déficits en la percepción del olor pueden ser de dos tipos, anosmia primaria y secundaria. Los pacientes con anosmia primaria, también conocida como hiposmia oculoparesis olfativa, tienen una reducción general en su capacidad para detectar los olores y no pueden deconstruirlos. La anosmia secundaria, también conocida como disosmia o cinestosis olfativa, se refiere a la pérdida de la calidad de los olores, a menudo la capacidad para diferenciar entre olores similares. Las causas de la anosmia primaria se desconocen pero se han asociado con una serie de factores, entre los que destaca la variabilidad entre personas, la edad y los antecedentes familiares.
Mientras que la pérdida de olfato suele informarse a partir de los 40 años, se han identificado otros factores, como el envejecimiento cerebral y el daño neural, los cuales también pueden contribuir a la condición.
Por otro lado, las condiciones que conducen a la anosmia secundaria son mucho más fáciles de identificar. Estas condiciones pueden incluir una lesión de la cabeza o del oído, una infección de los senos paranasales (sinusitis), la exposición a productos químicos como los plaguicidas, el uso crónico y/o excesivo de ibuprofeno y la inflamación de la mucosa nasal, como la rinitis alérgica.
Una vez diagnosticada la anosmia primaria, los tratamientos son limitados, ya que se ha demostrado que los aromatizantes no son eficaces y todos los tratamientos hasta ahora se han demostrado ineficaces.
Por lo tanto, si se identifica que la condición está relacionada con una sepultura sinusal, el tratamiento farmacológico puede incluir antibióticos orales, antivirales y/o antifúngicos, así como esteroides orales y/o inhalatorios.
Cuando la pérdida del olor está relacionada con una inflamación nasal, el tratamiento farmacológico puede incluir antihistamínicos, descongestionantes nasales y/o esteroides tópicos. Esta terapia se lleva a cabo mediante el uso de aceites esenciales, los cuales contienen compuestos aromáticos que se inhalan, con el objetivo de re-activar los receptores olfativos. Aunque no hay pruebas concluyentes para respaldar a este enfoque, se ha visto que hay algunos casos en los que los pacientes han experimentado una mejora temporal. Si bien los tratamientos son limitados para la anosmia primaria, existen varias opciones para el tratamiento de la anosmia secundaria. Además, los profesionales médicos pueden ofrecer apoyo, consejo y recursos especiales para los pacientes con anosmia.
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