El bruxismo es un trastorno de movimiento involuntario caracterizado por el rechinar, aplastar o apretar los dientes durante el día o durante el sueño. Esta actividad involuntaria de apretar o hacer frotar los dientes se conoce comúnmente como rechinamiento de dientes o “morderse los dientes”. El bruxismo es común en niños pequeños, a quienes se les puede dar tratamiento para aliviar los síntomas.
Los principales síntomas del bruxismo son el rechinamiento de los dientes, aplastamiento, apretamiento y masticación excesiva. En algunos casos, el paciente también puede sufrir dolor facial, dolor de cabeza, dolor de mandíbula, espasmos en la mandíbula y dolor en la cara.
Además, el bruxismo es generalmente desencadenado por estrés y ansiedad y es más común entre las personas mayores de 40 años. Los episodios de bruxismo generalmente se tratan con una combinación de relajación y cambios en el estilo de vida. Los pacientes que sufren de bruxismo crónico, por otra parte, generalmente se tratan con terapias farmacológicas como los antidepresivos y los ansiolíticos. Estos medicamentos ayudan a disminuir el nivel de estrés del paciente, reduciendo la intensidad de los episodios de bruxismo. Los anticonvulsivos, por otro lado, también se pueden utilizar para controlar los síntomas del bruxismo crónico zumbido entre los dientes. El bruxismo puede resultar en complicaciones graves para la salud si no se detecta a tiempo. Para aquellos que lo sufren, los efectos del bruxismo crónico incluyen desgaste y desalineación de los dientes, dolor de cabeza y de mandíbula, problemas de movilidad de la mandíbula y, a veces, trastornos temporomandibulares.
Otros efectos del bruxismo también pueden ser la fatiga, la irritabilidad, los problemas para tragar y el dolor de oído. Los médicos y los dentistas pueden determinar si una persona sufre de bruxismo con un examen de boca y de la articulación temporomandibular. Si se detecta el bruxismo, los pasos adecuados se tomarán para aliviar los síntomas y prevenir más complicaciones. Por ejemplo, en algunas personas, la terapia cognitivo-conductual que ayuda a cambiar los patrones de pensamiento y de comportamiento puede aliviar los efectos del bruxismo. Los protectores bucales, el ajuste de dientes, el masaje de los músculos de la cara y de la mandíbula y la relajación también se suelen recomendar para tratar el bruxismo. En conclusión, el bruxismo implica el rechinar, aplastar o apretar los dientes de forma involuntaria y puede tener complicaciones graves si no se trata. Por lo tanto, para aquellos que sufren de bruxismo, es importante consultar con un profesional de la salud tan pronto como se detecten los síntomas. Una vez que el bruxismo se diagnostique, una combinación de tratamientos farmacológicos y conductuales puede ayudar a reducir los efectos del bruxismo, mejorando así la calidad de vida en general del paciente.
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