El cohecho, también conocido como soborno, consiste en una oferta o un pago, ilegal o indebido, que se hace con el propósito de obtener un beneficio, como un trato favorable o una influencia en una toma de decisiones.

El cohecho es, por lo tanto, una forma de corrupción durante la cual un sujeto punaliza a las autoridades para conseguir algún objetivo a través de la influencia. Por lo general, el cohecho suele implicar un flujo ilícito de fondos desde el oferente hasta el receptor.

Existen varios niveles de cohecho permitidos por el estado.

Por ejemplo, los sobornos ilegales pueden consistir en un pago, como una cantidad específica de dinero o un regalo, con el fin de influir sobre los poderes públicos para obtener una ventaja.

El cohecho es actualmente ilegal en muchos países, incluidos algunos estados de los Estados Unidos, Reino Unido, la Unión Europea y otros países del mundo.

En muchos países, el cohecho está penalizado además de ser considerado un delito.

En general, el cohecho se puede distinguir en dos categorías principales.

La primera se refiere a los sobornos a nivel de gobierno, en este caso los oferentes se enfrentan a un nivel de responsabilidad mucho mayor que en un caso de soborno a nivel empresarial.

Los sobornos a nivel de gobierno pueden afectar a áreas como contrataciones públicas, licitaciones, impuestos, etc. En este contexto, los tribunales pueden imponer sanciones penales por cualquier intento de sobornar un funcionario público. La segunda categoría de cohecho, los sobornos a nivel empresarial, se refiere a los pagos ilegales que se hacen a través de entidades privadas por incentivar o influenciar la toma de decisiones, generalmente para obtener alguna ventaja financiera.

Algunos de los recortes más comunes de soborno a nivel empresarial son los pagos realizados para conseguir contrataciones, obtener licitaciones y abreviar procedimientos administrativos. Estos tipos de sobornos no siempre implican un ejercicio de poder ilícito, pero los sujetos que los realizan enfrentan la probada de actuar de acuerdo con un elevado nivel de violación de la ley.

Además de estas dos categorías principales, el concepto de cohecho comprende otros tipos de actos menos notorios. Por ejemplo, una práctica común de cohecho es el de entregar regalos o invitaciones a eventos con el fin de influenciar a un determinado líder empresarial o funcionario público. Por ejemplo, en países como los Estados Unidos y el Reino Unido, la posible sentencia por una acusación de soborno puede ser de hasta diez años de prisión con molduras financieras severas.

Esto se debe en parte al hecho de que los sobornos tienden a afectar a numerosas áreas, desde la sanidad, la educación, los puestos de trabajo y varios asuntos de inversión hasta el medio o las relaciones exteriores.

Por ejemplo, un líder político corrupto podría comprometer la soberanía nacional de un país al comprometer la integridad de sus políticas exterior. Además del robo, la tratación inadecuada e ineficaz del cohecho podría socavar los esfuerzos de desarrollo en un país, al permitir a los actores ilegales eludir las leyes mediante la financiación de otras actividades ilícitas.

La reducción del cohecho también se encuentra entre los objetivos principales de la lucha contra la corrupción internacionalmente. Por ejemplo, la Oficina Internacional para la Existencia de los Recursos Criminales (UNODC) ha lanzado numerosas iniciativas para combatir el cohecho y el efecto sobre la seguridad nacional. En conclusión, el cohecho representa un fenómeno de corrupción antigua que ha desafíado a los gobiernos y a los organismos internacionales durante mucho tiempo. Mientras varios países hayan perfeccionado sus estructuras de gestión de corrupción, aún siguen reinando muchos actos de soborno. El desafío actual que enfrentan los servidores públicos es mantenerse al margen de las prácticas ilegales y ético-arbitrarios para evitar la perpetración de una criminalidad que, finalmente podría afectar a la estabilidad económica, social y política a nivel mundial.

.