El nacionalismo es una creencia política y un movimiento social que defiende la unidad de una región geográfica particulat y busca destacar la autoridad de la cultura, identidad y clase local de esta área.
Los nacionalistas promueven el orgullo por la cultura, tradiciones e historia de una nación con el objetivo de garantizar la independencia y la unidad de esta región definida. En la mayoría de los casos, el nacionalismo se articula a partir de una nación específica en la que haya amplia solidaridad entre los individuos, por lo que el concepto tiene ciertas características -y está adaptado a cada región- con su propia identidad ética, ideológica, cultural y lingüística.
Estas características hacen que el nacionalismo sea una ideología profunda, con una motivación que trata de resignificar que los intereses personales de los individuos se subordinen para el bien más general de la nación.
Históricamente, el nacionalismo ha tenido largos periodos de manifestaciones.
Aunque el término es relativamente reciente, los conceptos de nación y de nacionalismo están profundamente entrelazados con diversos elementos como la cultura, la etnia, la lengua, la religión, la cultura política, y la historia que toman fuerza como elementos de unión donde los principios de patriotismo y lealtad alimentan el sentimiento nacionalista.
En Europa, el nacionalismo empezó a expandirse como una forma de pensamiento durante el siglo XVIII, en medio de las Guerra de Independencia de los Estados Unidos y la Revolución Francesa.
Estos grandes eventos se dieron lugar en la lucha por la independencia política, que partió como una bandera para los nacionalistas en los demás países. A mediados del siglo XIX, el nacionalismo iba en aumento gracias al impulso de los nacionalistas alemanes y polacos, y el movimiento llegó a su máxima expresión durante el inicial periodo de entreguerras.
En la época actual, el nacionalismo sigue siendo un factor importante en la geopolítica moderna.
En general, se considera una fuerza que contribuye al aumento de la división social, a las luchas entre grandes grupos étnicos, y a un menor nivel de cooperación entre los estados en todo el mundo.
Por otra parte, en algunas ocasiones se ha demostrado que el nacionalismo también puede ser un movimiento y una fuerza de unión, como se ha visto por ejemplo en el caso de la integración europea.
Además, el nacionalismo también puede ser una herramienta útil para los líderes políticos, partidos y grupos de presión que buscan transformar el clima político de sus países para aportar influencia política y promover cambios sociales.
En general, la percepción de si el nacionalismo es una fuerza positiva o negativa depende en gran medida de la ubicación geográfica, el contexto internacional y la forma en que el movimiento se lleve a cabo.
Lo que es seguro es que el nacionalismo seguirá siendo un factor clave en la política y el orden internacional durante mucho tiempo.