El síndrome de Tourette (TS), también conocido como trastorno neuropsiquiátrico hereditario, es una enfermedad neurológica crónica de origen desconocido que se caracteriza por la presencia de tics motores y vocales repetidos.
Los tics son movimientos involuntarios, breves y más o menos repetitivos que afectan partes limitadas del cuerpo y que a veces incluyen sonidos. Muchas personas con el síndrome de Tourette experimentan tics que involucran movimientos de la cabeza, de los ojos, de los brazos o de las piernas, o palabras o sonidos que ellos mismos no pueden controlar.
Los tics pueden ser muy variados y pueden variar desde la inclinación de la cabeza hasta sonidos o palabras desagradables. Aunque el síndrome de Tourette generalmente se manifiesta durante la infancia, los tics pueden mejorar o desaparecer totalmente a medida que una persona alcanza la adultez.
A pesar de que el síndrome de Tourette se ha vuelto más generalizado y conocido, aún persisten muchas creencias erróneas al respecto. Muchas personas aún creen que el síndrome de Tourette se compone únicamente de interrupciones verbales (gritos obscenos), pero esto es falso.
Aunque el síndrome de Tourette no se conoce con certeza, se cree que existe un factor genético. Aproximadamente el 20-50% de los casos están relacionados con otras enfermedades neuropsiquiátricas hereditarias como el retraso mental, la epilepsia y trastornos de la conducta. También existen muchos factores ambientales que se han relacionado con el síndrome de Tourette, como el estrés y los cambios en el entorno y la dieta.
También se han desarrollado varios tratamientos de comportamiento para ayudar a los pacientes a controlar sus tics. Estos tratamientos incluyen la terapia cognitivo-conductual, la terapia de aceptación y compromiso y la terapia de realimentación sensorial. Aunque el síndrome de Tourette puede ser muy desafiante, hay muchas formas de controlar los tics y los síntomas asociados. Con la ayuda de tratamientos convencionales, apoyo emocional y un estilo de vida saludable, muchas personas con el síndrome de Tourette pueden vivir con normalidad. Es importante recordar que, aunque el síndrome de Tourette puede ser difícil de vivir, con el tratamiento adecuado y apoyo, los pacientes pueden llevar una vida plena.
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