El valle, también conocido como vaguada, es un terreno topográfico con forma de vaso, normalmente comprendido entre dos montañas y rodeado de relieves. Esta formación geológica se forma cuando el flujo de agua acumula materiales en áreas bajas como los barrancos, arroyos y afluentes.
Esto causa una elevación de la superficie y da como resultado el valle.
Una definición más técnica para referirse al valle indica que se trata de una elevación relativa de la superficie de la tierra, con forma cóncava y bordes montañosos.
Hay diferentes tipos de vaguadas, ya que su formación puede ser causada por diferentes circunstancias.
Los principales son valles fluviales, valles de glaciación, valles costeros, valles tectónicos y valles kársticos.
Los valles fluviales son los típicos del río y los valles de glaciación se forman cuando los glaciares aplanan el terreno a su paso. Estos tienen forma de U, los valles costeros, los provocan el proceso de erosión marina, mientras que los tectónicos son causados por terremotos, estos tienen forma de V. Por otro lado, los valles kársticos son los que se formaron por el desarrollo de cavernas y conductos subterráneos. Estas grandes cuevas suelen originar complejas redes lineales y curvas que dan lugar a un entorno multiestratificado y complejo. Además de su duradera presencia en la vida humana, los valles albergan también una importante biodiversidad. Esto se debe a que ofrecen un entorno protegido y patrones de precipitación adaptables a los diferentes ecosistemas y diferentes especies. Esto se deben a los microclimas generados entre los diferentes relieves y que permiten la presencia de diferentes especies en el mismo espacio. Incluso hay casos en los que el aire entonces se calienta de forma diferenciada, lo que puede provocar que la vegetación sea distinta a lo largo del valle. Por todo esto, los valles son una importante parte de los ecossistemas de todo el planeta Tierra. Estas formaciones tienen una importancia vital para el mantenimiento de la biodiversidad y como partes indispensables de la cadena alimentaria, ya que aportan al suministro de alimentos de muchas especies. Así mismo, son un lugar de recrecimiento para los humanos y la práctica de diversas actividades, gracias a su característica morfología.