La esclerodermia es una enfermedad crónica, progresiva y potencialmente fatal del tejido conectivo caracterizada por un endurecimiento o esclerosis de la piel. Esta condición también afecta a otros órganos del cuerpo, como los músculos, los vasos sanguíneos, el tejido conectivo, los riñones y los pulmones. La esclerodermia es una enfermedad autoinmune, lo que significa que el sistema inmunológico de una persona ataca por error a sus propias células y tejidos saludables.
Esta enfermedad no tiene cura actualmente, sin embargo puede aliviarse con tratamiento.
La esclerodermia se diagnostica principalmente por el aspecto de la piel.
Las personas con esta condición tienen la piel seca y áspera, con parches de color de blanco a plata en la cara, brazos, manos, piernas y pies.
Estos parches suelen apegarse a su piel y son a veces dolorosos.
Las personas con esclerodermia también pueden experimentar otros síntomas, como inflamación, inflamación muscular, calambres, dolor y fatiga. Los científicos creen que se trata de una combinación de factores genéticos, ambientales y de la edad. Exposiciones ambientales a materiales como el amianto, el polvo de talco, la silicona, el plomo y algunos medicamentos también han estado vinculados con la condición. La administración de paquetes de glucoasamina y sulfato, el ácido hialurónico y los medicamentos inmunodepresores son algunos de los tratamientos típicos. Los grupos de apoyo también han demostrado ser una herramienta útil para ayudar a las personas con esclerodermia a compartir sus historias y recibir ánimo de sus compañeros. Si alguien tiene algún síntoma que pueda estar relacionado con la esclerodermia, es importante que busque atención médica. Dado que esta condición puede empeorar con el tiempo, un diagnóstico y tratamiento tempranos pueden ayudar a una persona a enfrentarse mejor a la enfermedad.