La aterosclerosis es una enfermedad crónica donde se forman estructuras duras, denominadas placas, en las paredes de los vasos sanguíneos. Estas placas generalmente contienen colesterol, calcio y otros materiales relacionados con el metabolismo del agua, llamados lipoproteínas. Estas placas se acumulan con el tiempo, lo que limita el flujo de sangre en el vaso sanguíneo afectado. Esto puede afectar el suministro de oxígeno a los órganos, así como la presión arterial, la capacidad de los riñones para eliminar toxinas y la salud en general. La enfermedad de la aterosclerosis comienza generalmente en la edad adulta y generalmente se vuelve peor con el paso del tiempo. La mayoría de las personas mayores de 30 presentan algunos signos de aterosclerosis, aunque los síntomas variarán entre diferentes personas. Algunas personas nunca tendrán síntomas, mientras que otras pueden experimentar presión arterial más alta, problemas cardíacos, dolor en el pecho, dolor muscular y problemas cardíacos. El daño en los vasos sanguíneos puede ser tan grave que el flujo sanguíneo se vea seriamente interrumpido, lo que puede resultar en un ataque cardíaco o un accidente cerebrovascular. Uno de los principales factores de riesgo para la aparición de la aterosclerosis es el estilo de vida. El consumo excesivo de sal, el consumo excesivo de alimentos ricos en grasas saturadas y la falta de actividad física son los elementos más importantes para desarrollar la enfermedad. El tabaquismo también se ha considerado un factor de riesgo, y los estudios han demostrado que los fumadores tienen un riesgo mucho mayor de desarrollar la enfermedad. Otros factores de riesgo para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares incluyen la diabetes, la obesidad, el síndrome metabólico y la hipertensión arterial.
Si hay antecedentes familiares de aterosclerosis u otras enfermedades cardiovasculares, entonces la persona corre un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad. Además, el envejecimiento también se ha relacionado con la formación de las placas ateroscleróticas, ya que es más probable que los adultos mayores, sobre todo si llevan una vida sedentaria, desarrollen enfermedades vinculadas con la aterosclerosis.
Si bien no hay cura para la enfermedad de la aterosclerosis, hay tratamientos disponibles para ayudar a prevenir o detener la progresión de la enfermedad. Estos tratamientos involucran mejoras en el estilo de vida, como hacer cambios en la alimentación, perder peso, hacer ejercicio físico y dejar de fumar. Los médicos también pueden recetar medicamentos, como estatinas para disminuir los niveles de colesterol en la sangre, y medicamentos para controlar la presión arterial. Si la enfermedad avanza, entonces los médicos pueden recomendar tratamientos invasivos, como la angioplastia o la cirugía para abrir o reparar los vasos sanguíneos bloqueados. La aterosclerosis es una enfermedad crónica y complicada que puede llevar a complicaciones graves y al cabo de los años puede provocar problemas en la función de los órganos y la salud en general.
Por lo tanto, en cuanto sea notado, es importante que sea tratado de inmediato para evitar el avance de la enfermedad. Los cambios en el estilo de vida son una forma segura y eficaz de prevenir o controlar la enfermedad. Es posible controlar el colesterol, la presión arterial y la resistencia a la insulina con el tratamiento adecuado, pero la prevención es siempre la mejor solución para la aterosclerosis.
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