La dignidad es algo que todos buscamos: un sentimiento profundo de respeto; una sensación de estar a la altura.
Significa más que solo orgullo o status.
Es la base para ser tratado con respeto, para la compasión y la equidad, y tiene un peso fundamental en nuestra vida espiritual y moral.
Como humanos, creamos, reconocemos y valoramos la dignidad de los demás.
La dignidad se define de muchas maneras, pero comúnmente se refiere a algo inherente a todos los seres humanos, independientemente de su apariencia, cultura, religión, o estatus económico. Significa que cada persona está facultada con el derecho de ser respetada en tanto individuo, comúnmente se refiere a una creencia individual o colectiva de poder controlar nuestra vida y ser tratados con respeto.
Implica un respeto no solo para uno mismo, sino también para los demás.
La noción de dignidad se extiende a lo largo de todas nuestras vidas y encarna las esperanzas y sueños de cada persona para ser respetada, esperada, oída y aceptada. Se refiere a nuestra habilidad para hacer elecciones que nos beneficien sin menospreciar la dignidad de los demás. El derecho a la dignidad humana también implica respeto a los derechos fundamentales de todos, independientemente de la nacionalidad, raza, credo, o circunstancias. Esto significa que todos los seres humanos tienen el derecho a ser tratados con respeto, a ser libres de tratos crueles o deshonestos. Mirar con perspectiva nos coloca en una posición de respetar la dignidad de quienes nos rodean. Reconocer que los demás también transportan sus propios temores y luchas contribuye a construir un espacio compasivo en el cual cada persona pueda ser motivada a dar lo mejor de sí.
King, y Nelson Mandela han inspirado a muchos de nosotros, de alguna manera, con su auténtica y pedagógica aplicación de lo que realmente significa vivir una vida con dignidad. Buscar vivir con dignidad significa que nos esforzamos por dirigir una vida independiente, autónoma e íntegra. Significa estar comprometido con la vida, aceptar la responsabilidad sobre nuestras propias acciones y respetar al prójimo. La dignidad nos permite aceptar nuestras propias realidades tanto como contextualizarnos y reconocer la experiencia de los demás. Nos permite llevarnos de la mano y caminar en la misma dirección, como una sola voz. La dignidad nos conduce a acciones positivas, el comprender que somos una especie que trabaja junta mejor que un clan divisible. Por último, es el camino para aquellos que buscan un respeto sin precedentes entre los que viven entre nosotros y los que vienen después.