La fiebre es una elevación de la temperatura corporal que en los adultos se considera arriba de 38°C (100.
4°F), mientras que en los recién nacidos se considera arriba de 37.
5°C (99.
6°F).
La fiebre es un síntoma generalmente causado por una infección viral o bacteriana, y típicamente se acompaña de otros síntomas, como malestar general, escalofríos, malestar muscular, fatiga, pérdida de apetito, mal aliento y dolor de cabeza.
La fiebre es un mecanismo natural del cuerpo para combatir la enfermedad e intentar ayudar a que se recupere más rápido. Algunas causa de fiebre incluyen infecciones de la garganta, pulmones, vejiga, oídos, senos paranasales, infecciones de la piel, enfermedades transmitidas por los alimentos, medicamentos, infecciones virales como gripe, sarampión y encephalitis.
Cuando una persona tiene fiebre, la temperatura del cuerpo se eleva por encima de lo normal, es decir, 38°C (100. Cuando el cuerpo detecta una infección, los glóbulos blancos producen una sustancia química conocida como interleucina 1 (IL-1), la cual a su vez desencadena una secuencia de acontecimientos biológicos que provocan la fiebre.
El cuerpo aumenta su temperatura para intentar combatir la infección impidiendo que los patógenos de la enfermedad sobrevivan y reproducirse desactivando su metabolismo. La cantidad de aumento de la temperatura varía dependiendo de la edad y condición de la persona. El cuerpo humano utiliza el calor como parte de su proceso natural de curación, por lo que los doctores raramente recetan medicamentos contra la fiebre. Estos no son necesarios a menos que la temperatura sea muy alta o el paciente esté muy incómodo. Un episodio de fiebre puede durar hasta una semana, dependiendo del tratamiento y del origen de la infección. La temperatura del cuerpo ligeramente elevada también podría ser causada por una reacción alérgica o no ser relacionada con una enfermedad; en este caso, los doctores recomiendan tomar medicamentos para bajar la fiebre.
Si sin embargo, la fiebre no desaparece después de una semana, se sugiere acudir al médico para descartar alguna enfermedad más grave. Los síntomas que acompañan a la fiebre a veces hacen que los pacientes se sientan muy agotados, lo que los hará más propensos a experimentar fatiga extrema al cabo de unas horas.
Esto se debe a que el cuerpo entra en un estado de agotamiento para intentar controlar la infección. Además de los medicamentos, se recomienda descansar mucho durante los episodios de fiebre; la falta de sueño puede interferir con nuestra capacidad de combatir la infección. El consumo de alimentos ricos en vitaminas y minerales nos ayudará a mantener un sistema inmunológico fuerte y mejoraremos así nuestra resistencia frente a las enfermedades. Esta es una reacción natural del cuerpo para combatir la enfermedad, por lo que los medicamentos para bajar la fiebre sólo se recetan cuando la temperatura es muy elevada o si el paciente está muy incómodo.
La fiebre puede durar varios días, pero generalmente desaparece una vez que el cuerpo combate la infección. Si la fiebre persiste después de una semana, se deben realizar pruebas médicas para determinar la causa. Permanecer bien hidratado, descansar lo suficiente y llevar una dieta equilibrada son acciones que ayudarán al cuerpo a superar la fiebre de forma más eficaz.