La fiebre de Marburgo, también conocida como fiebre hemorrágica de Marburgo, es una enfermedad viral rara y potencialmente letal que se propaga a través de los mordiscos de algunos roedores africanos.
Esta enfermedad altamente contagiosa, aunque no es una plaga, se ha convertido en una importante amenaza para los usuarios de antídotos, trabajadores de la salud y grupos de población inmunes. La fiebre de Marburgo ha sido registrada en varios países africanos, incluidos la República Democrática del Congo, la República de Rwanda, Kenya y Uganda. Las personas infectadas con fiebre de Marburgo generalmente experimentan síntomas similares a los de la gripe, como fiebre, escalofríos y dolores musculares, acompañados por enrojecimiento y erupciones cutáneas.
Si no se tratan adecuadamente, los pacientes desarrollarán un sangramiento excesivo de la boca, nariz y otros órganos internos, lo que conllevará a su deshidratación. Si no se trata, esta enfermedad puede ser fatal, con una tasa de mortalidad que oscila entre el 25% y el 90%. En principio, la fiebre de Marburgo se consideraba una enfermedad provocada por la bacteria, pero ahora se cree que es la primera enfermedad viral que se manifiesta en la forma de brote de áreas afectadas.
Esto significa que la fiebre de Marburgo se propaga rápidamente en entornos densamente poblados, donde los animales infectados están en contacto directo con los humanos. Los factores que contribuyen a la propagación de la fiebre de Marburgo incluyen la caza y el comercio de animales salvajes, una mala higiene, el uso inadecuado de productos naturales para la medicina tradicional, la vivienda por familias, la falta de cuidados médicos adecuados y la falta de instalaciones de saneamiento adecuadas.
A medida que la población y los recursos se vuelven más limitados, los brotes de las enfermedades emergentes (EID) como la fiebre de Marburgo se vuelven más comunes. Los especialistas en salud advierten que el riesgo de propagación de la fiebre de Marburgo puede aumentar si la gente no toma precauciones adecuadas. Aquellos que tienen contacto directo con animales salvajes o con zonas que se sospecha están afectadas deben revisar periódicamente su salud para detectar cualquier síntoma temprano de la enfermedad.
Las áreas afectadas deben tener seguridad médica adecuada, que incluya el desarrollo de políticas y programas de prevención y control. Estos programas deben focalizarse en los temas de educación, fomento del cumplimiento de las normas de seguridad, vigilancia epidemiológica y disponibilidad de prevención de la fiebre de Marburgo y tratamiento médico.
Los investigadores médicos también están trabajando en terapias y vacunas que le ayuden a controlar esta enfermedad. Sin embargo, hasta ahora, no hay una vacuna o un antídoto para la fiebre de Marburgo, por lo que los esfuerzos de prevención son la única manera de evitar su propagación.
Por lo tanto, una vez más se destaca la importancia de la concienciación, la educación sobre enfermedades infecciosas emergentes, así como el uso de buenas prácticas para promover una buena salud pública.
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