La insulina es una hormona esencial para la vida en los humanos, y una de las cuatro hormonas producidas por el páncreas. La insulina se produce en forma de una pequeña proteína, la cual se encarga de regular el nivel de azúcar en sangre y lo hace transportando la glucosa desde la sangre a las células.
Esto significa que una vez que se ingiere la comida, la insulina ayuda a las células del cuerpo a absorber el azúcar que se encuentra en la sangre y así convertirlo en energía.
Es una hormona única porque interactúa de una manera diferente con todas las células del cuerpo humano. En particular, ayuda a las células de la grasa y los músculos a absorber y almacenar la glucosa como energía. También ayuda a las células del hígado a almacenar la glucosa en forma de glucógeno, que es una fuente de energía a largo plazo para el cuerpo. Uno de los principales objetivos de la insulina es la regulación de la glucosa en sangre, lo que significa que lo sigue disminuyendo la cantidad de a glucosa en la sangre a través del transporte desde la sangre hacia los tejidos del cuerpo.
El mecanismo pasivo se produce cuando se ingiere nutrientes, mientras que el mecanismo activo se produce cuando la glucosa se traslada desde la sangre a los tejidos por medio de la acción de la insulina.
Esto permite que la glucosa entre en las células a través de una proteína llamada transportador de glucosa. En el caso de los músculos y la grasa, estas células usan la glucosa edificada para producir energía. Una vez que la comida ha sido procesada y los niveles de glucosa en sangre han vuelto a descender, la liberación de insulina en bajado y la glucosa en los tejidos puede ser transportada a la sangre.
Sin embargo, si los niveles de insulina en el cuerpo son demasiado bajos, se produce una situación conocida como diabetes. Esta condición se caracteriza por niveles altos de glucosa en sangre y depende del tamaño de los depósitos de glucosa y la actividad de las células beta del páncreas. Si las células productoras de insulina son dañadas o destruidas, o si el aumento de su secreción no es suficiente para compensar los niveles elevados de glucosa en sangre, la diabetes se convierte en una enfermedad crónica que requiere tratamiento.
Tratar la diabetes consiste en alcanzar un adecuado equilibrio entre la ingesta de alimentos y la inyección de insulina controlada, para mantener los niveles de glucosa en sangre dentro de los límites normales.
Para aquellos que las necesiten, la insulina se puede someter a un control adecuado a través de la aplicación de inyecciones diarias o por medio de bombas de insulina, dependiendo de la edad y la gravedad de la enfermedad.
Su función esencial es la producción de energía a partir de los alimentos ingeridos y su regulación. Los bajos niveles de insulina en el cuerpo pueden conducir a la diabetes, una enfermedad crónica en la que los niveles de glucosa en sangre están demasiado altos. Esta enfermedad se trata regulando los niveles de insulina en el cuerpo, a través de terapias tales como la medicación, la insulina y la modificación de los hábitos alimenticios.
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