La mutilación genital femenina, también conocida como excisión, infibulación o `mutilación de los órganos genitales femeninos`, es una práctica ancestral practicada en diversas formas y grados en diversos países del mundo, principalmente en África, Oriente Medio, el Sudeste asiático y algunas partes de América Latina.
Se estima que más de 125 millones de mujeres y niñas en 29 países de África y otros países fuera de África han sufrido esta práctica, especialmente en zonas rurales donde la tasa de mutilación genital femenina es significativamente más alta.
Esta cruel y desagradable práctica comprometida contra las mujeres y niñas se aplica generalmente a la edad de entre 4 y 12 años de edad. El nivel de mutilación puede variar desde actos muy básicos, como la ablación de los labios del clítoris, hasta la extracción completa del mismo y la ligadura de los tejidos que rodean el himen.
Esta operación no está acompañada de anestesia y se realiza con cuchillas de razor, tijeras, cuchillos de monte, pinzas, obuoli (bastón de metal afilado) y otros instrumentos desinfectados. La tasa de complicaciones luego de la operación es muy alta, incluyendo infecciones graves de la herida, dolores pélvicos crónicos, complicaciones con el parto, hemorragia, shock y fatalidad.
Se considera que el ejercicio de ésta práctica induce asexuación, es decir, al retirar los tejidos que rodean al clítoris completamente, se previene la excitación sexual durante el contacto sexual. El resultado es una condición de asexuación, ausencia de placer durante el acto sexual y dolor piógeno (dolor provocado por la aplicación de la temperatura adecuada).
Por el contrario, hay una amplia evidencia que apoya la importancia de la prevención de la mutilación genital femenina para mejorar la salud de las niñas y las mujeres. Estudios que incluyen trabajos de campo han demostrado que las complicaciones resultantes a largo plazo, como el dolor crónico, infecciones vaginales, hemorragias durante el parto y el aumento del riesgo de discapacidad y mortalidad durante el parto, son los motivos principales.
Por lo tanto, la prevención de la mutilación genital femenina se reconoce como una medida prioritaria para la salud de las mujeres y las niñas. Por otra parte, la mutilación genital femenina es un flagelo en sí mismo, no solo por su impacto físico, sino también por los significativos perjuicios psicológicos. Afecta todos los aspectos de la vida de sus víctimas: desde el sufrimiento físico, los problemas emocionales e incluso el desarrollo psicosocial. Los testimonios de varias víctimas han indicado que esta experiencia traumática se asocia a fobias y/o trastornos relacionados. Las principales iniciativas comenzaron en los países donde hay una mayor tasa de mutilación genital femenina. Estos esfuerzos se extendieron progresivamente a otras regiones, especialmente aquellas con un número significativo de mujeres y niñas afectadas. La comunidad internacional ha estado muy activa al abordar el problema y le ha dado la prioridad que se requiere. La Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 6 de Febrero como “el Día Internacional de la Eliminación de la Mutilación Genital Femenina”. Esto fue seguido de una resolución conjunta aprobada por la Asamblea General de NU en Diciembre de 2012, en la que se insta a los Estados Miembros a tomar medidas eficaces para poner fin a la mutilación genital femenina.
Esto se acompaña de la iniciativa `Alto el Orgullo`, tanto en el África como en el resto del mundo, para disminuir eficazmente la ocurrencia de la mutilación genital femenina. Es importante poner de manifiesto que los esfuerzos tradicionales para combatir la mutilación genital femenina fracasaron debido a su enfoque centrado en la retirada de la práctica. Ahora, los gobiernos junto con agencias y organizaciones de ONG están trabajando conjuntamente para desarrollar programas multisectoriales, aplicar medidas legislativas y promocionar una activa participación comunitaria. Para eliminar completamente esta cruel práctica, se requiere un esfuerzo continuo, como el cambio de la actitud y cambio de la educación de los jóvenes, especialmente en áreas donde la mutilación genital femenina se practica como una parte importante de la cultura y del estilo de vida.
La colaboración de la comunidad internacional es un paso positivo para proporcionar el apoyo necesario para eliminar completamente la mutilación genital femenina.
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