La tiña es una infección de la piel causada por hongos microscópicos del género dermatofitos.
Los dermatofitos son un tipo de hongo que se alimenta de los componentes naturales de la piel, como queratina y azúcar.
Esta infección puede causar una variedad de síntomas, según la ubicación de la lesión.
Básicamente, la tiña aparece en forma de una erupción cutánea con manchas rojas, que se extiende toda sobre la zona afectada.
También puede presentar una capa grasosa, caspa y/o descamación en el área afectada.
Aunque esta infección puede afectar a cualquier área de la piel, los lugares más comunes son el cuero cabelludo, los pies (conocida como pie de atleta) y entre los dedos de los pies y las manos.
La tiña también puede ser transmitida de una persona a otra por el contacto directo, por compartir artículos como toallas, cepillos, peines y prendas de vestir, y también puede ser transmitida por contacto con animales.
En personas con condiciones generales saludables, la infección por tiña generalmente se trata fácilmente con medidas de autocuidado, un vendedor farmacéutico de receta o un medicamento antifúngico. Si la infección no se trata adecuadamente o se está recibiendo tratamiento para una infección crónica, esta también puede extenderse a otras áreas de la piel. La infección por tiña suele comenzar con una erupción rojiza y una leve inflamación en la piel afectada, que suele formar un anillo, ya que el área afectada se extiende progresivamente.
Algunos de los síntomas de la tiña incluyen picazón, descamación acelerada, moretones, pus blanquecino y pequeñas ampollas con perlas de líquido, que a menudo se rompen fácilmente e irritan alrededor del área afectada.
La zona afectada suele ser más visible cuando se estira la piel (la conocida prueba del `estiramiento de la braguita`), la cual provoca el anillo. También es importante tener en cuenta que la recurrencia de la tiña es común, de modo que la infección puede extenderse a otras áreas del cuerpo si no se trata correctamente.
Los casos persistentes de tiña también pueden ser más difíciles de tratar y a veces requieren tratamiento con fármacos orales, antimicóticos tópicos combinados con agentes antibacterianos, u otros tratamientos sistémicos. Por lo general, la infección por tiña puede tratarse con éxito a menos de 6 semanas con el tratamiento adecuado. Si la infección se ha extendido a otras áreas del cuerpo, el tratamiento puede durar mucho más tiempo. En algunos raros casos, la infección por tiña también puede extenderse al cuero cabelludo o a la barba, lo que requeriría un tratamiento más prolongado. Para prevenir la propagación de la tiña, se recomienda evitar el contacto directo con una persona que tenga esta infección y no compartir ningún tipo de afeitadora, toalla ni pertenencias personales.
Además, debe evitar caminar descalzo en superficies contaminadas, como piscinas, gimnasios y saunas, usar zapatos cómodos para evitar la transpiración excesiva, cambiarse los zapatos diariamente para que no se ensucie con el hongo, mantener los pies limpios y secos y lavarse bien los pies con agua tibia y jabón.
En mayores de 16 años de edad, la infección por tiña probablemente se tratará con un antifúngico tópico aplicado directamente sobre la erupción cutánea. En casos leves, la infección también puede ser tratada con el uso de champú antifúngico para el cuero cabelludo o pomadas antifúngicas para el resto de la piel. En menores de 16 años de edad, los niños mayores de 12 meses de edad generalmente necesitan un antifúngico tópico para tratar la infección, mientras que los niños menores de 12 meses normalmente requieren un antifúngico oral.
En última instancia, el tratamiento con el antifúngico mediante la prescripción de un médico debe ser el único plan de acción seguro y recomendado, ya que los antifúngicos tópicos pueden presentar algunos efectos secundarios adversos.
En general, la clave para el tratamiento exitoso de la tiña es el tratamiento adecuado y temprano. Si nota la aparición de infección, acuda al médico enseguida para que le recete el tratamiento adecuado. El tratamiento para una infección persistente puede ser más difícil, por lo que es fundamental actuar antes de que se produzca la propagación de la infección.