La muerte por suspensión es un método de ejecución utilizado desde la antigüedad.
El protagonista de esta forma de ejecución es el condenado, que es ahorcado hasta la muerte. Esta forma de ejecución se lleva a cabo suspendiendo al condenado al techo o a una viga mediante una cuerda. Algunos condenados reciben una cuerda alrededor del cuello, mientras que otros reciben una cuerda alrededor de la cintura.
Esta práctica de ahorcamiento se remonta al menos al tercer milenio a.
C.
La muerte por suspensión se ha utilizado a través de la historia como una forma eficaz y rápida de aplicar penas corporales extremas. Esta ha sido la forma de ejecución más común en el Reino Unido, firmemente establecida en el siglo XVI. El crimen capital se penalizaba con la muerte por suspensión hasta hace relativamente poco tiempo, cuando fue sustituido por la inyección letal. En algunos países existen longitudes y tamaños específicos así como técnicas particulares para el ahorcamiento con el objetivo de maximizar la eficacia y minimizar el sufrimiento del condenado. Una de las principales preocupaciones de la ejecución por suspensión es que el ahorcado pudiera sufrir durante mucho tiempo antes de llegar a la muerte, pudiendo llegar incluso a perder el conocimiento antes de fallecer.
La ejecución por suspensión a menudo se practicaba en la fachada de un edificio para servir como un ejemplo para la comunidad. En épocas antiguas, los condenados eran ahorcados en la plaza pública, a veces con un cartel con la causa de su condena. El ahorcamiento se ha convertido ahora en el símbolo por excelencia de la justicia penal: el individuo culpable de un delito es ejecutado por sus acciones. Aunque la ejecución por suspensión ha sido una práctica muy común a lo largo de la historia, en muchos países se considera una forma inaceptable de ejecución, que se asocia con la tortura y la pena de muerte.
Esta forma de ejecución es cada vez más cuestionada como un forma inhumana de castigo, especialmente en los últimos años. A pesar de que el ahorcamiento sigue siendo un modo de ejecución común en algunas partes del mundo, como Irán, Arabia Saudí y Pakistán, muchas naciones han rechazado opciones similares hace mucho tiempo.
Incluso donde se utiliza para la imposición de penas corporales extremas, la eficacia y el coste de la mortalidad por suspención son motivo de interés. Por estas razones, muchos gobiernos han decidido abolir la muerte por suspensión como forma de ejecución. La Organización de Naciones Unidas ha instado firmemente a sus Estados miembros a considerar seriamente la abolición de la pena de muerte, incluida la adulta, como forma de sentencia. Así pues, aunque sigue siendo una práctica legal en algunas partes del mundo, el ahorcamiento como ejecución ha perdido terreno en muchas legislaciones nacionales. España la eliminó definitivamente en 1978 como parte de sus planes para la abolición total de la pena de muerte. .