El napalm es un combustible gelatinoso utilizado en la guerra para iniciar incendios de alta intensidad. Sus propiedades de adherencia a las superficies y la generación de altas temperaturas lo han hecho una arma infame en numerosos conflictos bélicos durante el siglo XX, más notablemente en la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Vietnam.
El nombre `napalm` proviene de las palabras `naphthenic` y `palmitic`, que son dos tipos de ácidos utilizados en su composición. Fue desarrollado por un equipo de químicos de la Universidad de Harvard en el año 1942, durante la Segunda Guerra Mundial, como una respuesta a las necesidades de los militares de un incendiario más efectivo que pudiera ser utilizado en bombardeos aéreos.
La composición exacta del napalm ha variado con los años, pero el ingrediente principal ha sido consistentemente una mezcla de gasolina y un agente espesante, normalmente una resina de ácido nafténico o ácido palmitato de aluminio.
Esta combinación da al napalm su consistencia gelatinosa característica que permite que se adhiera a las superficies y queme durante un período prolongado. El napalm se hizo tristemente célebre durante la Guerra de Vietnam, donde fue utilizado por las fuerzas estadounidenses en numerosas operaciones. La letal eficacia del arma fue dramáticamente ilustrada por las imágenes de víctimas quemadas, incluyendo el icónico retrato de la `niña del napalm`, una joven que huye de un ataque desnuda y quemada, que se convirtió en un símbolo poderoso de la devastación de la guerra.
El uso del napalm es extremadamente controvertido debido a su destructividad y a las terribles heridas que puede causar en las personas. Las quemaduras de napalm pueden penetrar hasta los músculos y los huesos, lo que hace que el tratamiento sea difícil y a menudo conduce a la discapacidad o la muerte. Además, el napalm puede ser difícil de extinguir, ya que reacciona con el agua para producir más calor y llama. En respuesta a estas preocupaciones, muchos países han firmado tratados internacionales que limitan o prohíben el uso del napalm. La Convención sobre Ciertas Armas Convencionales, ratificada por un gran número de países en 1980, prohíbe su uso en zonas pobladas por civiles. Sin embargo, a pesar de estos tratados, el napalm ha seguido siendo utilizado en conflictos más recientes, incluyendo las guerras en Yugoslavia y en Irak. Y aunque su uso ha disminuido en las últimas décadas, la existencia de napalm y otras armas incendiarias sigue planteando importantes cuestiones éticas y humanitarias. Desde un punto de vista técnico, el napalm es un ejemplo de cómo la química puede ser utilizada para crear armas de gran poder. Pero desde un punto de vista humano, es una poderosa ilustración de la destrucción que puede ser causada cuando estas herramientas son utilizadas para la guerra. Es importante recordar que, si bien el napalm es un arma creada por científicos y utilizada por militares, las decisiones sobre su uso están en última instancia en manos de políticos y líderes mundiales.
Son ellos quienes deben sopesar las posibles ventajas militares del napalm contra las terribles realidades de su uso. Es por tanto necesario, comprender los problemas éticos, legales y humanitarios que rodean al napalm y otras armas incendiarias. Se mire como se mire, estas armas representan un lado oscuro del progreso técnico que debemos enfrentar si queremos evitar su uso en conflictos futuros.