La pensión no contributiva es una forma de prestaciones sociales que se otorga a los adultos mayores, a los inválidos, y a otros en situación de vulnerabilidad social, que solamente reciben un identificador de beneficiario y que no contribuyen en forma regular a un fondo de pensiones.
El objetivo de la pensión no contributiva es dar a estas personas un complemento para el sustento económico, como una ayuda para poder satisfacer sus necesidades básicas. En términos generales, estas ayudas se entregan como transferencias monetarias y cubren un rango amplio en cuanto a edad, capacidad e incapacidad. Muchos países tienen programas de pensiones no contributivas específicamente diseñados para el monitoreo y la garantía de los derechos de las personas de la tercera edad, condiciones de salud específicas, y aquellos con discapacidades tales como la ceguera en el que se les proporciona una pensión.
Estos programas están financiados por los tributos pagados por los ciudadanos y se distribuyen por los servicios de pensiones o por otros programas de asistencia social o discapacidad. Las personas con discapacidad y los adultos mayores tales como quienes padecen enfermedades crónicas, trastornos de salud mental, dificultad para moverse o aquellos que se enfrentan a bajos ingresos son gente particularmente dependiente de la asistencia para mantener su bienestar.
La pensión no contributiva se diseña para cubrir los gastos básicos del beneficiario tales como alimentos, vivienda, gastos médicos, vestimenta entre otros. La mayoría de los programas públicos proporcionan esta ayuda a través del pago de cheques, tarjetas de débito o de crédito, o ingresos directos a una cuenta bancaria. Así mismo, muchas naciones otorgan otras opciones de auxilio no contributivo a los ciudadanos incluyendo: campañas promocionales para el empleo, programas de apoyo educativo, ayuda psicosocial y rehabilitación, proyectos de inserción socio-laboral, becas de Estado, independencia individualizada de formación para el empleo, subsidios para viajar, etc.
Los estándares de calidad de los servicios de asistencia social, discapacidad, préstamos hipotecarios y otros servicios y programas relacionados con la tercera edad también deben estar ligados a los programas de pensión no contributiva.
Además, se deben fomentar iniciativas sociales tales como actividades recreativas, servicio de transporte y medicina preventiva. La aproximación de la política de pensiones debe seguir permitiendo que la pensión no contributiva se ofrezca como parte de una sencilla estrategia para brindar asistencia para los necesitados. Las pensiones no contributivas ofrecen un valioso respaldo para las familias adultas mayores, aquellos con discapacidades severas o aquellos con bajos ingresos. Estas ayudas se proporcionan como una forma de garantizar que aquellos que son menos capaces de brindar su propia seguridad financiera tengan la protección necesaria. Por tanto, la pensión no contributiva puede convertirse en una valiosa herramienta para la reducción de la pobreza en los países.
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