La rinitis es una inflamación de la mucosa nasal que afecta al flujo de aire a través de la nariz. Se trata de una condición común, que es responsable de aproximadamente el 10 por ciento de las consultas médicas sobre problemas respiratorios. Los primeros síntomas de la rinitis suelen incluir estornudos frecuentes, obstrucción de la nariz, picor, lagrimeo y secreción nasal.
Si los síntomas se prolongan, pueden provocar dolores de cabeza, fatiga y malestar general.
La rinitis se divide en dos formas principales: rinitis alérgica y no alérgica.
La rinitis alérgica se produce cuando el sistema inmunológico reacciona erradamente ante una sustancia externa, como el polen o el polvo. Esta condición es particularmente común durante los meses de primavera y verano, cuando los niveles de polen son más altos. La rinitis no alérgica, por otro lado, se produce cuando la membrana mucosa nasal se inflama como resultado de una infección viral, como el resfriado común, los factores ambientales, como el humo o el polvo, o cambios hormonales.
Existen varios factores de riesgo para la rinitis.
Estos incluyen el uso de determinados medicamentos, como los descongestionantes nasales; alteraciones hormonales, como el embarazo; y determinadas condiciones médicas, como el asma. Si hay indicios de rinitis alérgica, el médico podría recomendar una alergia cutánea para determinar las causas. Una vez que el médico determine el tipo de rinitis presente, puede recomendar diversos tratamientos como medicamentos, pomadas nasales o inyecciones de alérgenos. Por ejemplo, los descongestionantes nasales se usan para tratar la rinitis no alérgica, mientras que los antistaminicos se usan para aliviar los síntomas de la rinitis alérgica. Estas incluyen evitar el humo, los cosméticos y los productos químicos fuertes; usar trajes protector para limitar la exposición a los ácaros del polvo; lavarse las manos frecuentemente; y evitar el contacto directo con personas que sufran enfermedades respiratorias contagiosas.