Terf, abreviatura de “Trans Exclusionary Radical Feminist” (feminista radical exclusivista de las personas transgénero) es una visión teórica y política dentro de los movimientos feministas contemporáneos. Esta perspectiva es contraria a la aceptación, reconocimiento y al bienestar general de la gente transgénero y no binaria, así como al activismo y la construcción de una comunidad transgénero unida.
Se dice que el término fue acuñado en 2008 por la activista feminista radical Rachel Ivey, quien planteó la idea de excluir las experiencias de las personas transgénero de los esfuerzos de igualdad de género.
Desde entonces, muchas mujeres radicalmente feministas y activistas que abrigan ideologías similares han tomado el mismo nombre. Estas creencias feministas buscan respaldar la idea de una «biología determinante» en relación al género, según la cual el cuerpo físico de una persona es determinante en su identidad de género.
Afirman que la identidad de género es más compleja y fluida que la etiqueta englobante y reductora de los estereotipos de género binario. Los feministas radicales trans exclusionarios rechazan esta perspectiva, así como las comunidades de activistas y personas transgénero. Esta reacción incluso se ha manifestado en la admisión y promoción de discursos y acciones transfóbicos, como el discurso de odio, la desinformación y la propagación de estereotipos negativos sobre las personas transgénero.
Los movimientos transgénero y no binario han predominado como respuesta a estas ideologías radicalmente feministas, ya que se ha entendido que los movimientos feministas modernos deben incluir la diversidad de identidades y experiencias de género.
El trabajo interseccional entre movimientos liderados por personas transgénero, queer y no binario es fundamental para la construcción de una ética de inclusión y el reconocimiento de la complejidad de la identidad de género, así como la comprensión de la importancia de abordar la erradicación del prejuicio basado en el género y la reducción de la desigualdad femenina.
La comprensión de los distintos movimientos feministas emergentes y no emergentes es fundamental para el progreso y el logro de la equidad y la justicia de género. El movimiento TERF, aunque relativamente nuevo, es particularmente importante ya que representa una visión polarizada dentro de académicos, activistas y profesionales feministas que someten a debate sus fundamentalismos de género. Es esencial que estas conversaciones den un paso más allá de la discusión teórica para abordar la situación práctica y cambiar significativamente la cultura y el entorno del feminismo. Mientras no se reconozca y aborde el sexismo sistémico y la transfobia que todavía existen, el feminismo no puede realmente considerarse un movimiento de igualdad para todos.
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