El romero, Rosmarinus officinalis, es una planta perenne muy apreciada en la jardinería y gastronomía.
Su origen se encuentra en la cuenca mediterránea y se le atribuyen propiedades tanto culinarias como medicinales. Sin embargo, para lograr que esta planta crezca saludable, y disfrutar de todo lo que puede ofrecer, es necesario un cuidado adecuado.
En este artículo detallaremos los métodos más eficaces para cuidar el romero.
En primer lugar, es importante conocer las condiciones de crecimiento adecuadas para el romero.
Se trata de una planta que requiere de un clima soleado, con altos niveles de luz directa al menos 6 horas al día. Por tanto, el lugar ideal para albergarla será aquel en el que el sol pueda llegar de manera abundante. En caso de tenerla en interior, deberás mantenerla cerca de una ventana orientada hacia el sureste o el suroeste. Su sistema de raíces es susceptible al riego excesivo y puede provocar la pudrición de las raíces. Es recomendable dejar que el suelo se seque entre riego y riego para asegurar que no se está saturando a la planta. En cuanto al suelo, la planta de romero prefiere un suelo bien drenado, ligeramente arenoso y con un pH neutro o ligeramente alcalino. La planta puede soportar suelos pobres, pero si queremos garantizar su crecimiento, es aconsejable proporcionarle un buen sustrato y, si fuera necesario, corregir la acidez del suelo con caliza dolomítica. En la poda de primavera se trata de dar forma a la planta y eliminar las ramas débiles o enfermas. En la poda de finales de verano se recortará parte del crecimiento de la temporada para promover un crecimiento más compacto. En relación a la propagación, el romero es una planta muy fácil de propagar a partir de esquejes. En primavera o a principios de verano, se pueden recoger esquejes de unos 10cm de longitud, se retiran las hojas inferiores y se plantan en un sustrato adecuado. En unas pocas semanas los esquejes habrán emitido raíces y se podrán trasplantar al lugar definitivo. Cabe destacar la resistencia del romero a las plagas y enfermedades, especialmente cuando se cultiva en condiciones óptimas. Sin embargo, puede verse afectado por ácaros y cochinillas, por lo que es recomendable realizar revisiones periódicas para identificar y tratar cualquier signo de infestación. El exceso de agua puede propiciar la aparición de hongos, así que, como ya se ha mencionado, es fundamental mantener un riego adecuado. Finalmente, si le proporcionamos los cuidados mencionados: un lugar soleado, un riego moderado, un suelo bien drenado y ligero, poda y propagación adecuadas y vigilancia de las plagas, la planta de romero regalará su peculiar fragancia y hermosas flores a nuestro jardín.
Pero, además, sus hojas se pueden utilizar en la cocina para condimentar gran variedad de platos y se le atribuyen propiedades medicinales y terapéuticas. En resumen, el romero es una planta que requiere unos cuidados básicos para desarrollarse de manera saludable. La recompensa es generosa: un atractivo aspecto en nuestro jardín, la satisfacción de ver crecer una planta con nuestras propias manos y la posibilidad de disfrutar de su uso en la cocina y la medicina.
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