No hay nada como mirarte.
Esas pequeñas moléculas de amor emergen de tus ojos como un caleidoscopio mágico, desvelando emociones profundas y entonces nos quedamos hipnotizados.
Mirar es una pieza fundamental en las relaciones.
Puede decir mucho más de lo que podemos expresar con palabras.
En los tiempos modernos donde muchos pasan tiempo desconectados, cuando nos desconectamos e interactuamos cara a cara con aquellos a quienes amamos, el acto de mirarse puede ser un momento especial.
Y para una persona que sienta mucho afecto por otra, es una de las mejores experiencias. Tienes la oportunidad de ver la verdadera esencia, la verdadera magia de quien es la persona a quien miras. Una sonrisa, un guiño o ráfagas de risa es todo lo que necesitamos para recargar nuestra mente, corazón y alma. Y cuando los dos estamos de pie juntos en silencio, rodeados de la tranquilidad de la noche, todo se vuelve mejor. La brisa suave en la cara, los suaves cantos de aves que nos recuerdan que somos parte de algo mucho mayor que nosotros. Nuestras conexiones y sinergias se ven reflejadas en uno de los más hermosos momentos que podemos experimentar.