Civitas es una filosofía moral que prioriza la solidaridad humana y el compromiso con los demás por encima de la satisfacción individual. Es un principio básico que subyace a la organización social de los ciudadanos de una ciudad: la acción responsable y solidaria debe guiar la toma de decisiones políticas y la participación colectiva.
El término latino civitas significa `ciudad` o `ciudadanía`, y hace referencia a un modo de vida basado en los valores geopolíticos de la comunidad y la responsabilidad de sus componentes. En el pasado, este principio fue ampliamente discutido en la República Romana y el Imperio Romano, donde los ciudadanos estaban obligados a respetar la autoridad y las leyes y a aceptar la participación en la defensa de la República.
Esta fue la raíz de la formación de la noción de Estado, donde los ciudadanos tenían que aceptar la responsabilidad de financiar al estado a través de impuestos, entre otras contribuciones financieras.
El término `civitas` también se conoce por el uso en la Edad Media, donde los monarcas europeos reconocían la existencia de una ciudadanía en sus diversas manifestaciones: el status quo o los derechos y responsabilidades sobre el trabajo, los aspectos municipales, el uso de la tierra, los impuestos, la guerra y el control social y militar.
En el siglo XX, la noción de civitas se desarrolló para incluir una ética individual y comunitaria del comportamiento. Esta forma de pensamiento formó la base de muchas de las nuevas teorías de gobierno, como la democracia libertaria y el socialismo democrático. En estos sistemas políticos, el término `civitas` se interpretó como el concepto de una estructura política respetada por parte de los ciudadanos y administrada de manera compasiva. Esta interpretación implicaba que los líderes debían ser responsables de su gobierno, y que sería ética y prácticamente incorrecto el abuso del poder para favorecer a un solo grupo o persona.
Actualmente, se siguen utilizando los principios de la civitas para guiar la dirección política.
Aún están vigentes los mismos aspectos, desde la igualdad en términos de derechos y responsabilidades sociales hasta la capacidad de los agentes individuales para contribuir de manera significativa al gobierno. Las Constituciones de muchos países establecen el límite entre qué debe hacer el gobierno, qué tienen todos los ciudadanos y qué hace un ciudadano individual para mantener la libertad y la autonomía.
Los principios de la civitas aún pueden ayudar a determinar el sujeto y la naturaleza de la responsabilidad de un Estado con respecto a sus ciudadanos. En última instancia, el concepto de civitas prioriza los intereses y las metas colectivas sobre las individuales y sugiere una manera de vivir basada en el compromiso, la unión y la cooperación.
Al reconocer la responsabilidad de todos los individuos hacia un conjunto común de conceptos éticos, la civitas impulsa el altruismo y la reciprocidad, esenciales para la construcción, el mantenimiento y el rediseño de la sociedad.
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