La disrupción del patrón de crecimiento óseo inducido por el Glioma (DIPG, por sus siglas en inglés) es un tipo relativamente raro de tumor cerebral que afecta principalmente a los niños de entre 4 y 10 años y desafortunadamente, es una enfermedad incurable.
DIPG se encuentra generalmente en el tronco cerebral y suele extenderse rápidamente en las regiones adyacentes. Estos tumores se originan del astrocito, un tipo de célula que se encuentra en el cerebro. Los médicos diagnostican la DIPG mediante una resonancia magnética que confirma la presencia de una masa anormal en el tronco cerebral. Los síntomas incluyen problemas en la visión y movimiento, debilidad en los músculos y dificultad para hablar, salir de la cama y moverse. El tratamiento puede incluir radioterapia, quimioterapia y tratamientos tradicionales, aunque por desgracia, la supervivencia a largo plazo para este tipo de tumor es muy limitada.
Actualmente, hay dos aproximaciones principales para abordar el tratamiento del DIPG.
La primera es el abordaje quirúrgico, en el que los médicos intentan extraer todo el tumor posible. Sin embargo, dado que se cree que el tronco cerebral es demasiado importante para arriesgarse a una extracción completa, esta opción suele ser descartada.
La segunda aproximación es el abordaje de radioterapia.
Esta opción implica el uso de rayos X de alta energía para destruir las células cancerosas. Esta es una opción que se utiliza comúnmente, aunque los efectos secundarios de la radiación, tales como la fatiga, náuseas y vómitos, pueden limitar la utilidad de este enfoque.
Además de la radiación, el tratamiento del DIPG también puede incluir quimioterapia.
Además, el tratamiento con quimioterapia suele tener efectos secundarios adversos, incluida la fatiga y la depresión. Aunque no hay evidencia científica convincente sobre su efectividad, algunos pacientes informan mejoras en los síntomas luego de recibir estos tratamientos. A pesar de los esfuerzos de los médicos para tratar el DIPG, se desconoce la causa exacta de esta enfermedad. Sin embargo, los médicos siguen invirtiendo en investigación para encontrar mejores tratamientos para los niños que están viviendo con esta enfermedad.