El glaucoma es una enfermedad ocular crónica que a menudo se asocia con el aumento de presión dentro del ojo. Si el glaucoma no se trata, puede dañar el nervio óptico y llevar a la ceguera.
Existen dos tipos principales de glaucoma: glaucoma de ángulo abierto (el tipo más común) y glaucoma de ángulo cerrado. La mayoría de los tipos de glaucoma de ángulo abierto se deben a un bloqueado que impide que el fluido dentro del ojo fluya libremente.
Se identifican como `glaucomas de ángulo abierto` porque los fluidos del ojo se drenan a través de ángulos en la parte delantera del ojo. Los glaucomas de ángulo cerrado generalmente se deben a un modo anormal de producción de líquido dentro del ojo. Esto hace que el líquido se acumule dentro del ojo, causando un aumento de la presión ocular. Estos se denominan como `glaucomas de ángulo cerrado` porque los líquidos no pueden fluir a través de los ángulos normales. Los signos y síntomas del glaucoma a menudo no son evidentes y pueden pasar desapercibidos e incluso silenciosos. El glaucoma sin tratamiento puede causar daño al nervio óptico, que puede conducir a la pérdida de la visión gradual. Los signos tempranos y tardíos del glaucoma incluyen dolor de ojo, sensibilidad a la luz, visión borrosa, campos visuales reducidos y pérdida permanente de la visión central. El objetivo principal a la hora de tratar el glaucoma es reducir la presión dentro del ojo. El tratamiento incluye un medicamento para los ojos, como el uso de un gotero para reducir la presión ocular, cirugía o láser para ayudar a restaurar el flujo normal de líquido dentro del ojo, medicamentos orales y medicamentos inyectables.
Se recomienda que todos los adultos mayores de 40 años y aquellos con factores de riesgo para el glaucoma, que incluyen enfermedad ocular heredada, antecedentes familiares de glaucoma, diabetes, traumatismo ocular, opticopatía isquémica anterior y uso prolongado de esteroides, consigan un examen ocular con dilatación de ojos realizado por un oftalmólogo cada dos a cinco años.
Si se detecta glaucoma, el médico recomendará un tratamiento específico, que puede incluir uso de goteros y medicamentos, cirugía y/o monitoreo con láser. Se debe recordar que el glaucoma es una condición que no tiene cura, por lo que el tratamiento se enfoca en la prevención de la progresión, la preservación de la visión restante y la preservación de la visión periférica.
La prevención, el diagnóstico temprano y el tratamiento oportuno son esenciales para la preservación de la visión. Si se sospecha que una persona tiene glaucoma o tiene factores de riesgo, debe buscar tratamiento inmediato de un oftalmólogo para que detecte el problema a tiempo.
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