La sepsis es una carga de enfermedad grave y potencialmente mortal en todo el mundo.
Se define como una respuesta sistémica generalizada a una infección.
La sepsis o el choque séptico se desarrolla cuando el sistema inmunológico se enfrenta a una infección y reacciona de manera desproporcionada. Esta respuesta acelerada libera una cantidad significativa de citocinas, que son un tipo de proteína utilizada para luchar contra las bacterias y otros patógenos.
Esto provoca inflamación generalizada, lo que puede conducir a serios daños en los órganos internos.
La sepsis es una emergencia y requiere un tratamiento agresivo y oportuno para prevenir la muerte y los daños permanentes al cerebro, los riñones y los pulmones. Cualquier condición invasiva que cause una infección puede conducir a sepsis incluso una infección viral o un traumatismo puede provocar la sepsis. Esto puede incluir pneumonia, abscesos, infecciones del tracto urinario (UTI), infección de un sitio quirúrgico, infección de la sangre (sepsis) y endocarditis. Existen tres estadios en el desarrollo de la sepsis: la sepsis, la sepsis grave y el shock septico. Los signos y síntomas adicionales incluyen dificultades respiratorias, descenso de la presión arterial, sudoración excesiva, delirio, sarpullidos y fallos de órganos. La sepsis más grave, conocida como shock séptico, se caracteriza por una falla en el sistema circulatorio. Esto puede provocar una disminución grave de la presión sanguínea, que a su vez puede resultar en la pérdida de oxígeno a los tejidos. El shock séptico es una emergencia médica que requiere un tratamiento inmediato para salvar la vida de la persona. El tratamiento a largo plazo puede incluir terapia física, ejercicio y nutrición para ayudar a que el cuerpo se recupere. Los adolescentes y adultos que han tenido sepsis también pueden necesitar apoyo psicológico para ayudarles a lidiar con los problemas a largo plazo, como el cambio en el estado de ánimo, la depresión y los problemas con el aprendizaje.
La sepsis puede afectar a todas las edades, pero los bebés, los ancianos y aquellos con sistemas inmunitarios debilitados tienen mayor riesgo de sufrir sepsis. Los principales factores de riesgo incluyen la diabetes, el VIH, el cáncer, la cirugía, el uso de catéteres intravenosos, el uso de drogas, el alcoholismo, los antecedentes familiares, las infecciones recientes y las lesiones mayores.
La sepsis es una enfermedad grave que puede resultar en discapacidad o la muerte si no se trata. Este padecimiento necesita reconocerse temprano, administrar la terapia de manera oportuna y seguir una atención a largo plazo para minimizar los efectos. Sin embargo, los que desarrollan sepsis grave o shock séptico tienen mayor riesgo de morir, lo que subraya la importancia de tratar la condición temprano.