La vitamina es un grupo de micronutrientes esenciales que nuestro cuerpo necesita para mantenerse saludable.
Estos micronutrientes se dividen en fat soluble (vitaminas A, D, E, y K) y water soluble o hidrosolubles (vitaminas del grupo B y vitamina C). Las vitaminas protegen la salud de nuestro cuerpo de varias maneras, desde la regulación de hormonas y la producción de energía hasta la normalización de los efectos nocivos de la radiación ultravioleta y el envejecimiento celular.
Las vitaminas trabajan con los minerales y otros nutrientes para mantener el equilibrio químico y mineral en el organismo humano.
Las vitaminas también son importantes para mantener el funcionamiento y desarrollo normal del cuerpo.
Estas se presentan naturalmente en los alimentos, como la carne, mariscos, frutas, verduras, lácteos, etc.
El cuerpo humano no produce vitamina por sí mismo, lo que significa que la mayoría de las personas tienen que obtenerlas a través de los alimentos en su dieta diaria. El cuerpo almacena y regula el uso de las vitaminas de forma diferente dependiendo de si son fat-soluble o water-soluble. Las vitaminas liposolubles, como la A, la D, la E y la K, se almacenan principalmente en el hígado y los tejidos adiposos, mientras que las vitaminas hidrosolubles, como las del grupo B y la vitamina C, se absorben en el cuerpo en un período mucho menor y se eliminan rápidamente a través de la orina.
El déficit de vitamina de una persona puede derivar de una dieta pobre, deficiencias nutricionales agudas, enfermedades crónicas o trastornos metabólicos. Los síntomas del déficit de vitaminas pueden incluir fatiga, debilidad, problemas de piel, calambres musculares, dificultad para concentrarse, irritabilidad, y el riesgo aumentado para efermedades crónicas como enfermedad cardiovascular y diabetes.
Para evitar un déficit de vitamina, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que la nutrición debe constituir el 80 % de la prevención de la deficiencia vitamínica. Esto significa modificar la dieta para asegurarse de consumir los alimentos adecuados, incluyendo frutas, verduras, cereales integrales, lácteos y proteína, muchos de los cuales ofrecen una variedad de vitaminas diferentes. Los suplementos vitamínicos se recomiendan sólo si el médico así lo recomienda y tienen el potencial de causar efectos secundarios graves si se toman en exceso, por lo que el uso limitado y bajo la dirección de un profesional médico se reduce al mínimo.
Si bien la suplementación puede ser útil para asegurar el consumo adecuado de vitaminas, siempre hay que intentar obtenerlas a través de los alimentos naturales, ya que estos también proporcionan una variedad de otros nutrientes sin los posibles efectos secundarios de un exceso de vitamina.
El consumo de alimentos ricos en vitaminas proporciona energía para que las personas se mantengan saludables.